Hay veces que soy muy contradictoria.
Siempre me prometo que nunca más me voy a enamorar.
Y luego pasa lo que pasa,
y es que a esos ojitos no les puedo decir que no.
No puedo renunciar a una persona que me hace feliz,
y eso quizás no se le llama amor.
Pero es una realidad,
el echarte de menos cada día,
el querer saber de ti,
la necesidad de tus abrazos,
...
No lo llames amor si no quieres,
llámalo X.
13 de abril de 2016
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